Monumento a la Berrea

Este conjunto escultural muestra una imagen típica de los campos mediterráneos que se produce en los meses de septiembre-octubre. Se trata de la berrea del ciervo, que es el periodo de celo de los cérvidos en la Península Ibérica, pudiendo adelantarse o retrasarse según la región. 

El ciervo iberico (Cervus elaphus), como muchas especies, hace coincidir su periodo reproductivo con la época del año de mayor abundancia, la primavera. El periodo de gestación de las hembras dura ocho meses y suelen dar a luz en abril-mayo, normalmente un parto simple, aunque a veces puede ser doble. La cierva recién parida forma una  unidad familiar con la cría del año y la del año anterior. A final de verano se reúnen en grupos más o menos numerosos, dependiendo de la densidad de población y suelen permanecer juntas las hembras y los machos jóvenes del año anterior hasta el siguiente parto.

Los machos se suelen reunir en grupos tras la lucha del celo, especialmente en primavera, cuando al principio de la estación se desprenden de sus cuernas que se caen por la unión entre el cuerpo y el cráneo. La cuerna cae al suelo y es frecuente encontrarlas en el campo, es rara la vez que se encuentran las dos cuernas juntas o en poco espacio.

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En finca con mucha abundancia de cérvidos se recogen, ya que tienen un valor comercial. Los jabalíes suelen roerlas, ya que tienen un alto contenido en fósforo, calcio y otros minerales. Al poco de descornarse, conocido como desmogue, comienza a crecer la nueva cornamenta envuelta por un tejido más vascularizado y aspecto  aterciopelado. Sobre el mes de agosto las cuernas están perfectamente formadas y comienza a desprenderse el terciopelo, y la cuerna que al principio es blanda, se va endureciendo. 

El ciervo comienza a desprenderse del terciopelo frotando las cuernas con la vegetación, de esta forma se rompe la capa continua en girones que se les llama correas. La cuerna, ya sin protección,  comienza a oscurecerse debido al sol del verano. Para cuando comienza la berrea, las cuernas están totalmente endurecidas, normalmente a mayor tamaño y mayor número de puntas que el año  anterior y listas para entrar en la pelea por las hembras. La escena muestra un instante típico en la berrea, llamada así por el sonido que  emiten los machos para convocar a las hembras, en cualquier campo con presencia de ciervos. En Almadén de la Plata hay un lugar privilegiado  para observar estas escenas en vivo, la finca pública Las Navas y El Berrocal.          

El autor ha plasmado en su obra lo que ha observado en la naturaleza y ha descrito mediante esculturas representativas un fiel reflejo de la realidad.

Dos ciervos luchando, por un lado, el que defiende su harén, y por otro el aspirante. Las hembras se dejan cubrir por el que mayor fortaleza ha demostrado. Normalmente se enfrentan los más poderosos. Chocan cuerna contra cuerna y se empujan hasta que uno es derribado o se da por vencido y se retira. La embestida suele provocar un estruendo que se oye a distancia. En ocasiones las cuernas se enredan y suelen provocar la muerte de ambos animales. Los jóvenes o débiles no entran en esta pelea, pero como muy bien se ha plasmado, estos ciervos con menos ventaja aprovechan los momentos de lucha para intentar cubrir a la hembra de forma oportunista.

En el fragor de la batalla las hembras parecen no prestar atención, siguen comiendo u olisqueando, pero no pierden detalle, quieren aparearse con el más fuerte para que su descendencia también lo sea. 

Para hembras y machos jóvenes, esta situación les es indiferente, pero se ven implicados en las carreras cuando los machos corren tras las hembras o espantan a otros machos. El elevado nivel de detalle del conjunto de esculturas hace que parezca una escena real de cualquier día de berrea en el monte.